agosto 18, 2023

Fuyu ni saita Capítulo 2 alternativo

 

Fuyu ni saita
Capítulo 2 alternativo


Fuyu ni saita es mi fanfic más reciente, que escribí para la Rankane Week 2023, organizada por la página de Facebook Mundo fanfics Inuyasha y Ranma.

Pueden leerla en Fanfiction.net:

En Wattpad: 

Y también en AO3: 


Aquí les dejo un capítulo 2 alternativo, antes de que decidiera otra cosa para la historia. No solamente Ranma y Akane sí tenían relaciones sexuales de verdad en su primer encuentro, sino que Ranma era un hombre experimentado, que había estado con varias mujeres, pero sin lograr ser del todo feliz. Como sabrán, si leyeron todo mi fanfic, eso no sucede así y Ranma es un hombre más apegado al canon del manga, con apenas una experiencia sexual. Y confieso que mi idea al principio era que fuera tan virgen como Akane, pero la deseché porque hubiera sido mucho más complicado de escribir de lo que fue de por sí XD. Para empezar, es un smut (o lemon, como se decía en mis épocas, jaja) que se desarrolla muy lento al principio, imaginen si los dos eran torpes e inexpertos!

Una rápida anécdota: cuando estaba escribiendo la escena de sexo entre Ranma y Akane (correspondiente al capítulo 7), Noham me preguntó «¿y, cómo vas?»; yo miré el contador de palabras en la computadora y le respondí «bueno, van como 4000 mil palabras y todavía no han hecho nada». La cara de Noham en ese momento fue un auténtico poema XD.

Ahora sí, basta de charla y les dejo lo que vinieron a leer:








Fuyu ni saita. Capítulo 2, alternativo:


Y ocurrió algo sorprendente: ella se acercó a él, echándole los brazos al cuello, y lo besó con timidez, intentado encender de nuevo la llama que la había quemado. En un último momento de claridad, Ranma se preguntó si ella lo hacía porque lo deseaba, o porque formaba parte de las maquinaciones que había urdido en el tren, y descubrió que no le importaba. En ese instante, la lógica y la cordura habían sido lanzadas a un lado para dejar espacio a la pasión desenfrenada, a los actos más desinhibidos entre un hombre y una mujer.

La envolvió otra vez, enredando una mano de nuevo entre su sedoso cabello trenzado, soltándolo y dejándolo libre, mientras con la otra deshacía el nudo de la bata, tal y como lo había deseado toda la noche. Ella protestó al sentir desaparecer la capa de abrigadora tela, pero él acalló sus protestas besándola con intensidad. El cuerpo de ella se movió contra él, desesperado, el fino camisón hacía que Ranma pudiera apreciar cada curva y elevación en el cuerpo de ella. Los pezones se le habían endurecido y rogaban por sus manos. La alzó en vilo, hundiéndose todavía más en su boca, saboreando cada rincón y absorbiendo cada cálido suspiro. Qué maravillosa era, inocente y apasionada al mismo tiempo.

Cuando la dejó sobre la alfombra frente al fuego, se sacó su propia ropa a manotazos. Ella esperaba con los labios entreabiertos y una mirada indescifrable y oscura. Dejó escapar un jadeo involuntario cuando lo vio completamente desnudo, con el miembro enhiesto y preparado para ella. Él la besó de nuevo, arrodillado junto a su cuerpo, borrando hasta el último fragmento de temor que tuviera. En un solo movimiento rasgó el camisón con sus propias manos, y le quitó de encima la tela inservible. Ella era tan hermosa como la había imaginado, de senos generosos, cintura estrecha y caderas firmes. Su piel era suave y olía a flores, descubrió al colocarse sobre ella.

Aunque Akane elevó las caderas casi por impulso, él no le dio el gusto. La besó con lentitud mientras la acariciaba en el vértice de sus piernas, hasta que ella se retorció y jadeó, y él percibió la exquisita humedad entre los dedos. Entonces la miró a los ojos mientras la penetraba en un solo movimiento, conteniendo su fuerza. Deseaba ver en sus ojos lo que sentía. Ella arrugó un poco la frente por la súbita invasión y apretó los labios. Ranma descansó su frente en la de ella por unos segundos. Hubiera deseado consolarla de alguna manera, pero solo podía esperar, moderarse para no lastimarla más y prometerle, entre susurros, que luego sería mejor, mucho mejor, que él se encargaría de eso.

Se encajó un poco más en ella y Akane se aferró a él, clavándole las uñas en la espalda.

—Ranma —susurró. Tan bajo que él creyó haberlo imaginado.

Esa fue la señal para que ya no se contuviera, y comenzó a moverse despacio, aumentando el ritmo al notar que ella se le unía sin mostrar ninguna reserva. Ella era dulce y cálida, más de lo que soñó en sus alocadas fantasías, y se entregaba a la pasión sin guardarse nada, sin egoísmos o engaños. Alcanzó pronto la cúspide máxima de su placer y rogó porque ella pudiera sentir también aquella sacudida en el cuerpo y en el corazón, el torbellino de gozo en el vientre y en la cabeza. Respiró agitado encima de ella, mientras Akane murmuraba su nombre antes de dejar caer la espalda en la alfombra.

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Pasó unos minutos en duermevela. Ella se había dormido del todo y descansaba de costado vuelta hacia él, que podía apreciar la curva de su cadera y la hendidura de su cintura, y deleitarse con el largo cabello negro que le caía encima de los senos. Apoyándose en un codo, dejó que sus ojos vagaran por todo el cuerpo femenino, sin censurarse por el decoro o la decencia. Ella era hermosa, pero también era más que eso. La nariz respingada y la barbilla alzada mostraban su carácter y su temperamento endiablado, pero sus labios hablaban de su dulzura. Sabía que el corazón de Akane era generoso, y que ella amaba con fuerza a los suyos, no por los tontos informes, sino por su tono al hablar de su hermana y defenderla. Sabía también, que ella protegería su corazón ante todo, y no lo entregaría nunca a un prometido impuesto.

La observó otro largo rato, maravillado por las sensaciones que le provocaba, más allá del deseo y la lascivia, hasta que ella parpadeó despertándose. Entonces la besó en los labios con ternura y la envolvió en la bata. Se asombró de haber sucumbido a sus instintos con tanto desenfreno y haberla tomado allí mismo en la alfombra. Ella merecía mucho más, o él deseaba dárselo, más bien.

La tomó en brazos y la llevó a la alcoba. Ella lo dejó hacer en silencio mientras la depositaba en la cama, y solo protestó cuando él quiso marcharse para dejarla sola. Ranma la miró asombrado. Suponía que las mujeres, sobre todo castas, preferían un momento en soledad después de aquellos actos, pues eran más delicadas y sensibles, pero Akane no era como otras mujeres que él hubiera podido conocer.

Lo cierto era que la deseaba de nuevo, pero más despacio, quería saborear su piel y aprender cada parte de su cuerpo. Y así lo hizo. Se metió bajo las mantas con ella y la besó despacio, descubriendo sus zonas más sensitivas, demorándose con la lengua en sus pezones endurecidos y tentadores. Le permitió deshacerle la trenza, y observó su sonrisa de triunfo al dejarlo con el pelo suelto sobre los hombros. Entonces saboreó su piel, almibarada y sedosa, y le hizo de nuevo el amor, hasta quedarse agotado y con su nombre en los labios.

Antes de dormirse profundamente junto a ella, Ranma se dio cuenta de que, por primera vez, se sentía satisfecho. Por lo menos, de momento.




Imagen promocional de Fuyu ni saita, creada por mí